Mucho se ha hablado acerca de si lo que
hoy llamamos pulp, o neopulp, son nuevos o viejos conceptos. Unos
dicen que no es necesario acuñar nuevos términos para referirse a
géneros literarios que tradicionalmente siempre han sido conocidos
como de aventuras, detectivescos, de terror y un
largo etcétera. Sin embargo, para evitar caer en la confusión, es
necesario definir los límites de un estilo que se abre camino con
fuerza entre muchos aficionados, cansados unos de sagas interminables
que pretenden resultar trascendentales y otros añorando simplemente
los tiempos en que las historias se contaban de otra manera mucho
menos afectada.
El neopulp no es un nuevo estilo de
escritura. Es una fusión de varios estilos ya conocidos.
El neopulp bebe de historias
fantásticas de todos los tiempos, una mezcla de
mitología y cultura popular, sumando a esto una nueva percepción
de las motivaciones de los personajes y sus necesidades emocionales.
El neopulp abarca los tópicos de la
escritura pulp: la superciencia ingenua de películas de serie B, el
diabólico cerebro criminal del hampa, el sherif solitario
contra una pléyade de forajidos, la joven que se debate entre el
amor por un misterioso desconocido y el respeto a su prometido, y los
dioses locos empeñados en la destrucción, y los examina de cerca,
en un intento de encontrar algo novedoso: una subversión, una
inversión, una yuxtaposición, una declaración acerca de la
condición humana.
El neopulp nace de un amor y admiración
por la naturaleza defectuosa de la cultura pulp; no es un ejercicio
de burlarse de los defectos de la trama y los personajes que son
endémicas del pulp. Este tipo de cosas son evidentes y se han hecho
hasta la saciedad. Más bien, el neopulp intenta crear un retrato
real y simpático de estos personajes y situaciones extrañas y
contradictorias.