Si eres de los que están al día de los últimos estrenos cinematográficos, te habrás dado cuenta de que últimamente los guiones han perdido peso específico en favor de una sucesión de efectos especiales, mayormente generados por ordenador, que convierten las películas en una mera sucesión de videoclips, en ocasiones realmente espectaculares, pero que suelen dejar al espectador con la sensación de no haber visto una buena historia. La narración no tiene demasiada cabida en la nueva era del CGI, por desgracia. Tal vez sea un buen momento para regresar a los orígenes de la ciencia ficción, la fantaciencia y la space opera, que tuvieron lugar en las revistas pulp de principios del siglo XX. En sus páginas de papel basto se edificaron los cimientos de lo que más tarde devendría el cine de acción y fantástico que ha llegado hasta nuestros días, alimentado por las grandes superproducciones de Steven Spielberg y George Lucas en los años 80, claramente influenciadas por las que habían sido sus lecturas predilectas de adolescencia.
¿Qué ha quedado hoy en día de todo aquello? Por una parte, las reimpresiones de clásicos de la literatura popular que vienen realizando con esmero editoriales y asociaciones de fans como Barsoom, Biblioteca del laberinto, A.C.H.A.B., Alberto López Aroca o Dlorean. Por otra, los pulps de nuevo cuño, creados por autores actuales según patrones más actuales, pero que tratan de conservar (algunos pensarán que con mayor o menor acierto) el espíritu de sus antecesores. En esta línea va el sello Arachne, de reciente creación.