La editorial Kelonia no ceja en su empeño de abrirse un hueco en el duro mercado de la ciencia ficción, apostando sin reservas por autores jóvenes de la tierra. Su nuevo lanzamiento, Ocaso en Shanghai, fue finalista el año pasado del prestigioso concurso literario Domingo Santos, lo cual es ya un sello de garantía irrefutable. Su autor es Juan Torregrosa, un español por el mundo que en 2005 lo dejó todo para irse a vivir a China y aprender el mandarín
(casi nada) para trabajar como profesor y traductor. Así reza la solapa
de esta breve novela con la que los amantes de la ciencia ficción de la
edad dorada de Asimov y Philip K. Dick revivirán el espíritu de aquellos geniales relatos sobre robots con sus paradojas y sus crisis existenciales.
Ocaso en Shanghai
es un viaje interior a la psique de un robot que se sabe condenado a
existir entre humanos que le contemplan con una mezcla de recelo y
morbosa curiosidad y a los que no termina de entender. En un entorno
distópico situado en un futuro cercano, donde China ha invadido Japón
y ha tomado posesión de las patentes de autómatas manufacturadas por
los nipones ante la impasibilidad del resto del mundo, sumido en una
lánguida decadencia. Todo en la obra rezuma angustia existencial, con un
robótico protagonista sabedor de que sus días están contados y que
trata de arrastrarse por la monotonía a la que se reduce su vida
evitando todo contacto con otros seres, ya sean humanos u otros robots.
Sus torpes intentos de interactuar con los demás solamente le servirán
para reafirmarse en su agorafobia y a seguir encerrado en sí mismo
recordando mejores tiempos pasados.
Todo cambiará cuando aparezca el desencadenante, una especie de pirateo
del sistema que está afectando a los robots supervivientes y propiciará
que escapen al férreo control del gobierno con su Gran Hermano
particular. La ciudad, vista por los ojos sintéticos del narrador,
cobrará vida y se constituirá en un personaje más sin el que la historia
no tendría el mismo peso. Reminiscencias de Blade Runner, Ghost in the Shell
y otros más que los lectores habituales de distopías sabrán captar,
impregnan la obra, que además está contada en primera persona a modo de
diario del propio androide. Sabia elección del punto de vista del
narrador, que contribuye a reforzar aún más la sensación de introversión
y alienamiento del neurótico robot protagonista. En sus profundas
digresiones podemos identificar la alegoría de un extranjero cualquiera
en patria ajena, que deambula entre la muchedumbre pero en cambio se
siente siempre solo. Un pez fuera del agua que hace del nihilismo su
razón de ser.
Ocaso en Shanghai es una
novela valiente de un autor que decide prescindir de los fuegos
artificiales y todo aquello que conocemos como imaginería de la ciencia
ficción para ofrecernos un relato intimista con un estilo alejado de las
manidas fórmulas llamadas best seller. Pocas veces una historia sin
apenas diálogos, lo cual no es nada sencillo de conseguir, plasmó de
forma tan convincente un retrato de sociedad cyberpunk de la que no
estamos demasiado lejos. Y es que, después de todo, eso es lo más
aterrador de todo: sabemos que podría pasar de verdad.
Lee el arículo completo en www.hellofriki.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario