
En 1983 aparecía una novela que, a la postre, inauguraría un nuevo sub-género en el vasto horizonte de la ciencia-ficción: el steam-punk. Se trata de historias de contenido fantástico, con la particularidad de estar ambientadas en la época victoriana, en la línea de las narraciones de
Julio Verne y H.G. Wells, donde la tecnología predominante era la máquina de vapor. Actualmente, el movimiento literario ha dado origen a un movimiento cultural multimedia, con la aparición de grupos musicales, películas, pinturas y cómics de ambientación similar.
La novela que nos ocupa es, para muchos, la obra más lograda de Tim Powers. Ganadora de varios premios importantes, en ella se mezclan varios elementos que, tratados de otra forma menos inteligente, tenderían a chirriar de forma estruendosa: viajes en el tiempo, egiptología de finales del siglo XIX, hombres-lobo, criminales al estilo de los más desquiciados villanos de Batman y todo ello envuelto en un ambiente de thriller con personajes reales como Lord Byron y Coleridge.