
En su camino, encontrará compañeros tan curiosos como "el compañero del héroe", que le revela que se dedica a recorrer las realidades acompañando aventureros en sus búsquedas mientras realiza sus funciones de acompañante: hacer chistes (porque el héroe es demasiado serio para ello), tomar decisiones equivocadas (para que el héroe pueda corregirlas), meterse en líos (para que el héroe pueda sacarle las castañas del fuego) y otras situaciones típicas al uso. Es aquí donde observamos la parte más crítica de Moorcock, que se mostraba muy crítico con el género fantástico de la época. Incluso llegó a afirmar que solamente escribía ese género porque era muy comercial. En una de sus novelas, la dedicatoria fue: "Para mis acreedores, mi mayor fuente de inspiración". También se le conoce por ser un enconado detractor de J.R.R. Tolkien, lo que le valió el calificativo de "ególatra" por buena parte del fandom, entre otros calificativos mucho menos suaves. Sin embargo, no se puede negar que Michael Moorcock fue un innovador en el terreno de la fantasía y que sus historias son un deleite para los sentidos que merece mucho la pena leer. Otros personajes que le dieron la popularidad fueron Corum y Dorian Hawkmoon, contrapartidas de Elric en otras realidades, a los que se les denomina con el nombre genérico de Campeón Eterno. En varias ocasiones compartieron aventuras estos personajes, llenando de posibilidades creativas un género fantástico que, al igual que Melniboné, se hallaba en aquellos tiempos en franca decadencia.
Como impulsor de la moderna fantasía y responsable de un nuevo giro de tuerca en el género de la Espada y brujería (que llevaba décadas estancado, prácticamente desde su creación por Robert E. Howard), Michael Moorcock merece ocupar un puesto relevante en nuestras librerías, en las que no debería faltar.
Como impulsor de la moderna fantasía y responsable de un nuevo giro de tuerca en el género de la Espada y brujería (que llevaba décadas estancado, prácticamente desde su creación por Robert E. Howard), Michael Moorcock merece ocupar un puesto relevante en nuestras librerías, en las que no debería faltar.
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